Si el jardín del Edén existió alguna vez, podría haberse encontrado perfectamente en las Islas Azores. Tan solo hace falta avistar desde las alturas cualquiera de los lagos que bañan la isla, perderse por los bosques frondosos de hayas, atravesar los senderos cubiertos de piconias o husmear por los perfumados campos de té.
No es raro, pues, que se conozca este trozo de tierra portuguesa en el Atlántico como la isla verde. Y hay otros rasgos que ver en Sao Miguel, la principal del archipiélago, como los cráteres que rebosan de agua, las caldeiras que soplan vapor con aliento a azufre o la gastronomía de pescador.
Una isla de lagos
El verde dominante en Sao Miguel se rompe en trece rincones de la isla y aparece el azul, formando un cóctel irresistible a los ojos de cualquier viajero. ¡Exacto! Me refiero a la multitud de lagos que bañan este maravilloso destino portugués. Entre ellos destacan las gemelas Lagoas Empadadas, vecinas del mirador do Pau cuyas vistas del noroeste son espectaculares; la archiconocida Lagoa das Sete Cidades, una de las visitas estrella que ver en Sao Miguel, con su lago verde y azul; la hundida Lagoa do Fogo, un cráter lleno de agua; y la Lagoa das Furnas, con el embrujo de la Capilla de Nuestra Señora de las Victorias a un extremo y las calderas humeantes al otro.
Senderismo por paisajes de cuento
Las Islas Azores son un destino agradecido para el turismo activo. Aunque haciendo la ruta en coche obtendrás una mirada completa de la isla, podrás descubrirla desde una perspectiva especial recorriendo sus senderos. Hay varias rutas que te sorprenderán y muchos paisajes que ver en Sao Miguel: una de las mejores es la que conduce desde la Mata do Canário hasta la iglesia de Sete Cidades (PR4SMI), en un camino de unos doce quilómetros y tres horas entre verde y ruinas, y con los lagos del oeste a tus pies; también hay sendas interesantes en la Caldeira Velha o en Furnas.
Tierra de aguas termales
El carácter volcánico de Sao Miguel aflora en varios puntos de la isla, donde la tierra quema, el agua hierve y el vapor huele a azufre. Y en cada zona se le saca partido de distinta forma. Desde bañarse en las piscinas termales de la Caldeira Velha o del parque Terra Nostra hasta probar el caldo cocinado con tan solo el calor subterráneo de la Caldeira das Furnas.
Desfiladeros rocosos en la costa nordeste
Si aterrizas en Sao Miguel por poco tiempo, es probable que te pierdas la visita a Nordeste, una localidad azoreña que no encabeza la lista de imprescindibles aunque tiene un carácter especial. Quizás por los desfiladeros rocosos que protegen la costa, algo muy particular del noreste de la isla; quizás por la tranquilidad que se respira, estando alejado de las masas; o quizás por la proximidad que supone estar simplemente rodeado de gente local.
Los azoreños, gente afable
En Nordeste, conocimos a Jose y a Thiago. Bajábamos la empinada cuesta que conduce del faro al embarcadero cuando topamos con su cabaña de domingueo. El sol se ponía y las brasas recién encendidas en la barbacoa empezaban a alumbras sus rostros. “¿Quéreis probar?”, nos dijo Jose al vernos mientras señalaba los platos humeantes de carne. Esta anécdota cuenta mucho sobre el carácter azoreño, siempre dispuesto a relacionarse con el viajero.
Una afabilidad que puede explicarse por las firmes creencias religiosas de los azoreños. Horas antes, de camino por carretera desde Ribeira Grande, nos topamos con el grupo de peregrinos de la Romaria da Ribeira das Tainhas. Era antes de Semana Santa y, como es habitual por cada Cuaresma, estuvieron andando durante siete días, durmiendo en casas ajenas y paseando la palabra de Jesús en forma de cantos y oraciones. Al vernos, nos invitaron a acompañarles en sus cantos. Callaron, besamos todos la cruz y siguieron su camino hasta el siguiente pueblo.
Campos de té en Maia y Porto Formoso
A menudo, puede contarse la historia de una región a través de un producto. Y en Sao Miguel ocurre algo así con el té. Resulta que es la única zona de Europa donde se hallan plantaciones dedicadas a la explotación comercial de esta infusión. Un producto que llegó de China a finales del siglo XIX en substitución de los árboles de naranjos que habían perdido valor con los años. Gracias a ello, el viajero no solo puede probar los tes azoreños sino que además tiene la posibilidad de andar entre las verdes plantaciones perfumadas o descubrir los secretos de su cultivo acompañado de agricultores locales. Los dos campos de té son Chá Gorreana, en la localidad de Maia, y Chá Porto Formoso, en el pueblo homónimo.
Gastronomía portuguesa de pescador
Aunque Sao Miguel de Azores no destaca por su gastronomía, sí que hay ciertos platos y productos que no puedes perderte. La influencia portuguesa de la isla te permitirá degustar el delicioso bacalhau a brás, una especialidad nacional. También el marisco está exquisito, teniendo en cuenta que se trata de un pueblo de pescadores. Sobretodo, debes probar las lapas grelhadas (a la plancha), muy populares en la isla. El queso azoreño también triunfa. No es raro, pues hay manadas de vacas pastando en cada pradera que encuentres (e incluso andando tranquilamente por la carretera). Puedes degustarlos pidiendo una tabla para cenar (el más popular es el de San Jorge) o una queijada de postre.
INFORMACIÓN PRÁCTICA
Azores en el mapa
Cómo llegar
Desde este 2017, puedes volar directamente desde la T2 del Aeropuerto del Prat de Barcelona hasta el Aeropuerto Juan Pablo II de Ponta Delgada con Azores Airlines.
Dónde dormir
Hotel Marina Atlántico – Ponta Delgada
Dormir en Ponta Delgada será lo más cómodo, por proximidad al aeropuerto y a todos los puntos que ver en Sao Miguel. Y dentro de la capital de la isla, probablemente éste sea el mejor hotel de todos.
Cómo moverse
Existe la opción del transporte público, ya que la isla está conectada con una línea de autobús. No obstante, hay poca frecuencia y acaba resultando más cómo alquilar un coche (un Opel Corsa te saldrá por 30€/día si estás más de 2 días).
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